viernes, 17 de agosto de 2007

12-08-07: Salvada de culo #3

Posiblemente a las 2 o las 3 de la tarde, aparecí de nuevo en Fantoft más muerto que vivo, y caminando más por voluntad que por fuerzas me dirigí a recepción, con la intención de, al menos, quejarme a alguien.

A medida que me acercaba pude ver que en vez de estudiantes con maletones, ahora había un grupo de chicas vestidas con camisetas idénticas (y amarillas) montando una especie de picnic frente a la puerta de recepción.

Si hay un poder superior que lo mueve todo en este mundo, hay que reconocer que es retorcido.

Reprimiendo mis ganas de saltar a la mesa y devorar todo lo que me diera tiempo antes de salir corriendo, entre en recepción a contar mi problema.

Esta vez no iba a ser atendido de inmediato, así que me dirigí a los sofás de cuero para sentarme a esperar frente a un chico negro que tenia aspecto de estar igual de perdido que yo. Lo que no tenia pinta era de estar igual de hambriento que yo, y yo había ido a sentarme justo delante de los cacahuetes.

Después de dos puñados de cacahuetes de tamaño digamos mediano en un intervalo de tiempo ridículamente corto, empecé a pensar que igual esta forma de comer tan ansiosa no iba a estar muy bien vista que digamos, sobre todo cuando se trata de comer los aperitivos que están ahí puestos para que TODOS coman, teniendo en cuenta también que los frutos secos suelen comerse de uno en uno y no en grupos de veinte.

Por lo tanto, y durante el tiempo que espere a que saliera mi numero, que pudieron ser 3 minutos, replantee mi estrategia de alimentación a “agarrar un puñado de cacahuetes cuando el tío no mire”.

Cuando una persona espera, suele mirar a todas partes, ya sea al sitio que pretende ir para ver si ha habido alguna novedad, o a algún otro sitio cuyo nivel de tedio seguramente será el mismo que el del que estaba mirando hace un segundo, pero que al ser diferente del anterior da una cierta variedad a la espera. En el caso del muchacho la variedad debía ser yo.

Estoy convencido de que no me miro prácticamente, pero que si lo hubiera hecho se habría asustado o partido el pecho de risa. Miras al frente y tienes un tío que esta atento a lo que haces, por lo que te sientes quizá incomodo y miras un par de segundos a algún otro sitio, solo para volver a traer la mirada de vuelta y encontrarte al tipo de antes masticando algo a carrillos llenos y sin dejar de observarte.

Bueno, lo de a carrillos llenos ha sido algo exagerado y tampoco llegue a hacerlo muchas veces, pero aun me hace gracia pensar en la situación.

Cuando al fin me toco, fui a exponer mi problema a otro tipo de recepción y me preguntaron si había probado con un cajero ATM. No tengo ni idea de lo que significa eso de ATM, pero el tipo me dijo que el mas cercano estaba en un centro comercial Rema 1000 que había por ahí cerca. Me imprimió un mapa en blanco y negro que ocupaba prácticamente todo Bergen (no es tan grande) y me marco la zona en la que estaba.

Cuando me dirigía a salir me apropie de unos cuantos cacahuetes mas y un par de patatas fritas y me fije en un chaval junto a la puerta que sostenía un vaso de plástico con zumo, momento en que me fije en la parte de la entrada que no había mirado.

Junto a la puerta de entrada, dentro de recepción, había una mesa con carteles en grande que ponían “Bienvenidos nuevos estudiantes” y sobre ella, un bote de zumo de manzana, otro cuenco con cacahuetes y unos cuantos vasos de plástico.

Tras preguntarle al chico del vaso si era gratis y que este asintiera, me abalancé sobre el cartón de zumo, para descubrir con desesperación que estaba vacío. Alguien debía odiarme a conciencia.

Abandonando toda esperanza de beber algo que no fuera agüita clara de mi botella, salí de recepción y me encontré de nuevo frente a las chicas que estaban “haciendo picnic” y me di cuenta de que TAMBIEN tenían el tema este del “Bienvenidos estudiantes”. Dios no me había abandonado (tanto) como creía.

Tras la pregunta de cortesía típica de si la cosa es gratis, me encontré echándome cosas a la boca antes incluso de que terminaran de decirme que si.

Por supuesto, hay que soltar un par de frases graciosas en mitad de todo eso, aunque sea con la boca llena, para no parecer un estudiante famélico cuyo cerebro solo envía una orden a todo el cuerpo a la vez llamada “zampar” de forma intermitente. No creo que lo consiguiera, pero aun así me empeñe en tomar un te para acompañar las galletas, cacahuetes, patatas fritas, “chilenos” (cacahuetes rebozados en “algo” que sinceramente no me gusta, pero que comía igual) y mini-uvas que estaba apropiándome de la mesa, mas que nada porque si los ingleses pueden tomarse el te y pensar que son guays, ¿por qué no iba a hacerlo yo?

Bueno, vale, lo admito: es que lo otro que había para beber era limonada en polvo y café instantáneo en granos gordos y extraños, así que me dio por tirar de lo que parecía mas caro u/o/y mas reconocible en mi país u/o/y que menos posibilidades tuviera de mandarme corriendo al cuarto de baño. En el fondo esta todo pensado.

Después de agradecerle a las muchachas esta especie de desayuno-almuerzo volví a mi cuarto a “digerir” y descansar las piernas un par de horas, momento en el que me di cuenta de que el cuasi-chaquetón que llevaba daba mucho calor y las botas súper-resistentes a la humedad que le cogí prestadas a mi hermano antes de venirme estaban demasiado apretadas y que para un día sin lluvia como que estaban sobrando.

Mis pies me agradecieron enormemente que me las quitara.

No hay comentarios: