jueves, 16 de agosto de 2007

11-08-07: Salvada de culo #2

Cuando salgo del edificio (el mío es el tercero, el primero tiene los bloques A y B, el segundo los bloques C y D y el tercero de la E a la H) me cruzo a una chica y le pregunto donde puedo encontrar un banco para sacar dinero, contándole un poco mi vida en el proceso.

La muchacha me cuenta que dos o tres paradas de bus después hay uno, momento en el que pongo cara de pena y le reitero el hecho de que estoy sin blanca con la sana idea de hacerle pensar en algo mas cercano. En vez de eso, Anna (que así se llama la muchacha) demuestra que los polacos tienen un corazón de oro y rebusca en su monedero un par de monedas sueltas, concretamente 30 coronas, de sobra para coger el autobús.

Tras agradecerle que me salvara el culo y decirle que le debo al menos una cerveza, averiguo que esta en el piso 7 en mi mismo bloque. Poco a poco voy conociendo gente, veremos cuanto tarda en aparecer el fiestón.

Me marcho de allí en dirección a la entrada de la residencia siguiendo las indicaciones del la muchacha y me cruzo a tres chicos de Ghana acompañados de un par de muchachas, una de ellas vestida para matar y en plan parejita con uno de ellos. Le pregunto a uno de ellos donde esta la parada del bus y me dice que ellos van para allá, en dirección a algún club, pero a medida que nos dirigimos para allá y tras contarle que yo no voy de fiesta sino en busca de dinero me cuenta que si voy al centro el próximo autobús de vuelta pasa a las 2 de la mañana.

Mal asunto. Me paro en seco y busco la solución alternativa. Habrá que beber a morro del grifo y pasar hambre una noche.

Sin embargo, por el camino de vuelta descubro las maquinas expendedoras de refrescos. Coca-colas, fantas, aquarius y botellines de agua para la gente sana, a 10 coronas (mas o menos, 1’25€).

Pensando que el agua corriente en noruega es perfectamente potable (lo leí en la guía), compro un botellín de agua. Ahora puedo beber (al fin) y rellenar con agua del grifo cuando se me gaste. Ya no necesito vaso, un problema menos.

Vuelvo a la habitación y organizo todo, dejando todo lo que puedo dentro del cuarto aprovechando los 4 o 5 cajones que tengo a mi disposición, dejando fuera los pantalones, las chaquetas, un jersey, una toalla de recambio y el edredón que me he traído de bulto. Enchufo el portátil para comprobar que no hay Internet por wifi y tras un rato de tontear con un jueguecillo que tenia por ahí, decido acostarme, que ya va tocando.

Ha sido un día larguísimo. Mañana, otra aventura.

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