sábado, 29 de marzo de 2008

27-03-08: A esquiar!! (2ª parte)

Una vez sobre plano, pude apreciar tranquilamente como era la pista de principiantes. Desde la base de la pista, que era donde me encontraba yo, podía apreciar lo que serían dos "escalones" en el terreno a modo de descansos en la cuesta, una cabaña supuestamente para primeros auxilios al final de la base, una especie de mini-telesilla unipersonal en un lateral de la pista que empezaba junto a la cabaña y acababa (lógicamente) en lo mas alto y una red de contención de esquiadores suicidas en el otro lateral. Si elevaba un poco más la vista podía apreciar pistas mucho mas altas con telesillas de verdad en las que Diederik y Paul debían estar haciéndose polvo, e incluso un descenso en una montaña que parecía un circuito de rally de esos en los que si te sales un poco del recorrido tienes un árbol dentro del coche.

Terminado el minuto de apreciar el paisaje y ponerse en situación, toca buscar a los instructores y compañeros. Donde debería haber encontrado a mi grupo de novatos encontré a otro grupo que como yo, formaba parte de una élite selecta de novatos que entienden perfectamente las explicaciones de los monitores, pero que son incapaces de llevarlas a cabo. De ese pequeño grupo de 3 o 4 personas conocí a mi compañero de fatigas y caídas: Juan, un estudiante de derecho de Málaga con mi misma edad y misma cultura esquiadora. Juntos monopolizamos el suelo de esa pista, pasamos tanto tiempo tirados en el mismo que al final le pillamos cariño y todo.

Pero hablemos del "aprendizaje". Lo primero que te enseñan los instructores es a avanzar en plano y girar: basta con poner los esquís en paralelo, impulsarse con los bastones y cuando se quiera girar se inclina el esquí contrario a la dirección que quieres tomar apuntando hacia esa dirección, una cosa muy sencilla.

Una vez que te has caído, porque te vas a caer haciendo la cosa tan sencilla previamente citada, te enseñan a levantarte: se ponen los esquís perpendiculares a la inclinación de la pista, apoyas el bastón del lado a donde quieres levantarte y te das impulso con el brazo que está contra el suelo (lo normal es caer de lado) para después levantarte con la fuerza de tus piernas. Cuando te das cuenta de que estás cansado por lo de las cuestas y que tendrías que haber echado unos meses en el gimnasio previamente, te dejan que te quites los esquís y te levantes como todo el mundo.

Ya en pie y con los esquís otra vez en su sitio, cosa no tan fácil de hacer ya que tienen una tendencia a deslizarse escapando de tu pie digamos bastante alta, te enseñan a frenar al estilo principiante: abres las piernas e inclinas los pies hacia el interior, formando una delta con los esquís. Sorprendentemente conseguí realizar esa maniobra sin muchos problemas... en plano.

Con esos movimientos básicos ya estas preparado para subir arriba y empezar a despeñarte por las cuestas, pero para llegar arriba primero hay que alcanzar el mini-telesilla, que si bien no estaba lejos, me valió un par de caídas en las que comenzaron un par de escenas recurrentes durante el resto de la mañana:

Escena Recurrente 1: Yo en el suelo recibiendo a Justa que viene bajando la colina perfeccionando sus técnicas de principiante. Tras preguntarme cómo me encuentro, me ayuda a levantarme, me da un par de consejos y sigue adelante, normalmente dándome ejemplo de cómo se hace algo. Esta escena, que al principio tenía casi carácter maternal para con un niño de 4 años que está aprendiendo, pasó a convertirse a partir de la décima vez en una clásica charla moralizadora de sargento. (nota mental: recordar la nota mental anterior)

Escena Recurrente 2: Yo parado (normalmente en el suelo también) saludando a Justa con sonrisa de circunstancias mientras sube con el mini-telesilla. Para acentuar el dramatismo de la escena, normalmente también hay uno o dos críos de medio metro de estatura pasando por mi lado esquiando como si eso no supusiese ninguna dificultad (y normalmente sin bastones).

Cuando por fin conseguí subir al mini-telesilla de marras y acceder a la parte alta de la pista empecé a conocer a TODOS los monitores de la misma a medida que iba descendiendo/cayéndome, los cuales intentaban con poco éxito ponerme en el buen camino, que más que referirse a "esquiar bien", el buen camino viene a ser "fuera del trayecto del telesilla donde obstruyes el paso a todo el mundo y lejos de donde puedas causar victimas inocentes". Aunque no pudieron hacer mucho por mejorar mi técnica esquiadora, al menos nos lo pasamos bien hablando de lo torpe que era y de cómo debería pasarme al fútbol.

Llegado cierto momento de crisis para los pobres instructores, Paul apareció de la nada y con ganas de ayudarnos a mí y a Aude, que aunque no necesitaba tanta ayuda como yo, también tenía sus problemas para permanecer de pie mucho tiempo. Por supuesto, entre lección básica y caída resultante, pude experimentar en mis carnes la antes mencionada técnica salpica-caras de Paul, que está perfeccionando para convertirla en un movimiento hit-and-run.

Al final, después de unas cuantas caídas más, la última de las cuales había sido cercana a una pierna rota por parte de Juan, llegó la hora del almuerzo. Dándonos cuenta de que nos habíamos jugado el tipo suficientes veces, mi compañero de caídas y yo decidimos que el tema del esquí lo íbamos a posponer para otro momento en el que nos viésemos en mejores condiciones (o en que se alinearan los planetas). Felices de seguir vivos para contarlo (sobretodo después de intentar bajar una escalera con las dichosas botas esas puestas), nos dirigimos a un alejado rincón de las pistas donde nuestro abultado grupo de compañeros devoraba una especie de mini-bocadillo de ensalada típico noruego y sucedáneos de kit-kat acompañados de botellines de agua y ¡naranjas españolas!


Sorprendentemente buenas, por cierto (la parte a la que apunto esta pelada, antes de que preguntéis, aunque solo hice el gesto para la foto). En la foto podéis ver a Paul y a Aude, después de superar la decepción inicial de ver que había devuelto los esquís. Diederik debía estar demostrando que puede saltar con las botas de esquiar e incluso chocarlas en el aire o convenciendo a Justa para que se pasara a una pista para esquiadores más avanzados en ese momento (aún no sé si lo consiguió).

Las dos horas que quedaban hasta que nos marchásemos de allí las eché con Juan en la cafetería comentando nuestras torpezas del día y elaborando teorías acerca del esquí, como por ejemplo "¿por qué ningún esquiador que conoces se acuerda de su primera vez esquiando?" o la edad normal para empezar a esquiar en países con pistas de esquí. La edad básica la establecimos en 4 años a raíz de una conversación que mantuvimos con una italiana que estaba sentada a nuestro lado junto con miembros del SiB (los organizadores del evento) y una periodista noruega que sabía español (había vivido en Madrid una temporada) con los que hicimos bastantes buenas migas. Tan buenas fueron las migas (y tanto debí dar la nota) que me gané la foto de portada y un comentario en el pequeño artículo que escribió la muchacha. ¡Ya soy oficialmente una celebridad!

En resumen, mi experiencia con los esquís fue mas bien un encontronazo con la realidad, pero al menos me lo pasé bien y no emulé a mi buen amigo Blas cuando se dejó en Sierra Nevada el ligamento cruzado anterior con un mal giro (no había ganas de pasar el resto de Erasmus con muletas).

Más historias ¿pronto?. ¡Nos vemos!

PD: Perdón por la mega-entrada, no lo he podido evitar :P

2 comentarios:

tresky dijo...

Y digo yo ...
esos videos dnde ¿?

Jonatan-Norway dijo...

videos? que videos? lalalalalaaa... :P

si hubiese videos los habria subido, pero estabamos todos un poco ocupados cayendonos y tal...

asi que... este... no hay videos... uh... nomepeguesnomepeguesnomepegues!!! >_<