sábado, 1 de marzo de 2008

01-03-08: La aventura de comprar.

Marzo ya. Sí que ha pasado tiempo desde la última vez que me puse frente al portátil con la intención de contar mi vida, aunque sólo fuese una pequeña parte de ella. Sea por la falta de tiempo, de libertad, de inspiración, de ganas o de salud, cualquier cosa ha servido para alejarme del teclado, pero por alguna razón que desconozco (seguramente la nostalgia), ayer me encontré tecleando mentalmente de camino a casa cosas que hoy recuerdo remotamente y que intentaré reproducir de aquella manera por aquí.

Después de un mes de hacer redacciones para una asignatura no-informática la mar de apañada (sin matemáticas de por medio ni nada por el estilo), una semana de pereza absoluta y otra de experimentar lo que he quedado en llamar "gripe noruega", que viene a ser como la gripe de toda la vida pero más de buen rollo (que los noruegos son majos hasta para las enfermedades), me encontraba ayer en un estado de absoluta desgana por cualquier cosa, sobre todo después de valorar nuevamente mi maravilloso drama académico, cuando añadí al problema un elemento nuevo llamado "no tengo nada para comer". Naturalmente, lo siguiente que hace cualquier persona, por misterioso que resulte, es mirar por la ventana.

Tormenta.

No podía ser de otra manera. Viviendo en lluvia-landia uno sabe lo que le espera cada vez que necesite salir a la calle por lo que sea. Pero como todos sabemos, si hay algo más fuerte que el poder de la Naturaleza y el poder de Greyskull juntos, ese es el poder de la Gusa (o el poder del Gusanillo, comúnmente conocido por estos lares como el Hambre), así que ni corto ni perezoso me cogí el paraguas, la mochila y unas bolsas para seguidamente aventurarme en mi expedición número chorrocientas a lo que viene a ser el santuario del estudiante pobre (y hambriento): el LIDL.

Y así, mientras orientaba el paraguas de manera que el viento y la lluvia le dieran de frente a medida que avanzaba por el camino que tantas veces he recorrido ya, empecé a recordar las peripecias que había pasado sólo para hacer de este "paseo" una rutina casi semanal. ¿Y yo por qué no he contado esto antes? Ese es el tipo de pregunta que me hace volver aquí.

Mi primer viaje al LIDL comenzó como casi todo lo que he hecho en Noruega: preguntando. Hacía poco que había conseguido sacar dinero por primera vez (400 coronas, que vienen a ser como 50 euros) y empezaba a pensar que vivir solo de agua y galletas no debía ser muy sano (sobre todo porque se me estaban acabando las galletas). Ya había pasado por el Safari, un supermercado que tenemos a la salida de la residencia, y había sufrido en mis carnes los precios noruegos. Lo "barato" valía el doble que en España y lo "normal" prácticamente el triple. El Safari quedó automáticamente fuera de la lista de sitios de compra habituales. Comentando esto con alguien (seguramente algún español) me enteré de que no muy lejos de ahí había un LIDL, que como todos sabemos es el sitio más barato con diferencia en muchas cosas, aparte del lugar menos fiable en cuestión de calidad también con diferencia. Teniendo en cuenta mi condición de superviviente (la beca Erasmus no da para mucho), pregunté en recepción cómo llegar hasta allí.

En recepción, muy amables ellos, me facilitaron un mapa en el que se podía ver claramente un minúsculo puntito en una esquina del mismo que representaba (conceptualmente, supongo) la residencia, y una marca en plan mapa del tesoro a unos 3 o 4 dedos de distancia que indicaba la posición del LIDL. Poniendo cara de circunstancias y dándome cuenta de que ese mapa tenia el nivel de detalle de una pintura rupestre, di las gracias y salí de allí con la sana intención de preguntar a la gente por la calle.

Tras salir del recinto de la residencia y cruzar el puente sobre la carretera principal que hay frente a ella, puente en el cual estaría bien notar que en uno de mis viajes me lo encontré helado y lo suficientemente resbaladizo como para darme un monumental culazo y sonreírle a una anciana mientras en mi cabeza me daba cuenta de la utilidad que tenían unas tablas puestas a modo de escalones en un lateral del camino, me encontré con el primer problema típico de seguir un mapa: una bifurcación. Según el mapa había una especie de camino laberíntico si seguía de frente por el que posiblemente llegara al LIDL, o posiblemente me encontraran al día siguiente totalmente perdido. La otra posibilidad que se me ocurría era seguir la carretera principal, que parecía describir un arco alrededor de la zona de caminos intrincados. Y digo parecía porque la dichosa carretera seguía por fuera del mapa que me habían dado y volvía a aparecer mas adelante junto a la marca del tesoro. Si bien en un principio me decidí por perderme un poco por lo que tenía pinta de ser el camino mas directo, a los pocos pasos me encontré con que el camino parecía cortado (y digo parecía porque lo vi de lejos) por unas obras junto a un colegio, así que sin comprobación alguna cambié de rumbo y tomé el camino de la carretera. Sería mas largo pero debería llevarme directamente allí, pensé.

Encontrar el nombre del sitio en el que estaba en mi maravilloso cutre-mapa con micro-letras se estaba volviendo realmente complicado, así que tras un par de lo que consideré desvíos lógicos en el camino, encontré a una mujer descargando cosas de una furgoneta y le pregunté si sabia llegar al LIDL desde allí. La mujer se echó las manos a la cabeza. Básicamente el mensaje era que aun tenía que andar un rato, pero ahora también tenía otro punto de referencia: tenía que buscar un castillo junto a un fiordo. Lo siguiente seguramente sería asaltar el castillo y hacer una escenita de película medieval, pero no, la mujer me estaba hablando en serio: era el castillo de veraneo de la familia real noruega (el Haakon y la Mete-Marit o como se escriba). ¿Qué clase de familia real se construye un castillo junto al LIDL? Si es que hay gente que no tiene ningún sentido de la estética, oiga.

Chuminadas aparte, tras 20-30 minutos más de andar y otras 2 o 3 personas preguntadas pude (por fin) ver el castillo a lo lejos, y más importante que eso, el inconfundible letrero bien hermoso de grande del LIDL. Tras cruzar la carretera y comprobar que los noruegos SIEMPRE paran en los pasos de peatones (si alguno no para es que no es de allí) por fin estaba en el LIDL, donde pude comprobar que los precios eran al cambio más o menos como en España y que apenas había un par de marcas que me sonaran de algo (por supuesto eran lo más caro que había). Entonces es cuando surge un nuevo problema: ¿qué comprar? Había venido sin lista de la compra y a medida que miraba cosas me decía "esto no, porque no tengo platos/vasos/tazón/sartén/olla". De hecho, en ese momento caí en la cuenta de que estar ahí no me servía de nada ya que no tenía aun trastos en la cocina. Mi compañero apenas tenía una cuchara, un tenedor, un tazón y un cazo, pero yo es que ni eso. Bueno sí, mi botellín de agua.

...

Tras coger una bolsa de patatas fritas y MAS galletas (que por cierto, las galletas Maria se llaman Maria aquí también) me dispuse a coger el camino de vuelta cuando me di cuenta de que si volvía a tomar el camino de antes me llevaría media vida volver. Volví a entrar en el LIDL para preguntarle a alguien, lo cual también fue un engorro ya que los supermercados estos tienen la entrada y la salida separadas, por lo que tuve que pasar por caja otra vez para alcanzar a la gente que ya había terminado sus compras para preguntarles. Me acerqué a una pareja de abuelos mapa en mano y les pregunté si sabían como llegar desde allí a Fantoft, contándoles un poco el camino que había seguido antes en el proceso. Tras confirmarme que mi mapa era más cutre que el batmovil del año del catapún y estar discutiendo algo entre ellos en noruego, la pareja simplemente me dijo que les acompañara. Pensando que me iban a dar indicaciones fuera los seguí, para encontrarme con que querían llevarme en coche. Un poco por desconfianza y más por no querer resultar una molestia, les dije que me bastaba con que me explicasen el camino, más que nada porque tendría que andarlo en otras ocasiones y si me llevaban en coche no me lo iba a aprender.

La pareja se mira.

Comentan un par de cosas en noruego.

El abuelo me mira a mí. "No pasa nada," dice, "yo te enseño el camino."

A los cinco minutos me encontraba subiendo cuestas con un abuelo de unos 70 y pico años que podía correr la maratón y repetir mientras me esforzaba por no jadear y parecer un debilucho frente a este hombre, cosa que por supuesto no conseguí. El abuelo me llevo por el laberíntico camino del mapa como si tal cosa, indicándome los puntos de referencia para no perderme y pasando junto a las famosas obras que no cortaban en absoluto el paso para dejarme tranquilamente frente al Safari, donde nos esperaba su mujer con el coche. Si es que son majos estos noruegos. Tras darle las gracias varias veces y comentar alguna que otra historia de sus visitas por España (estos noruegos han estado en todas partes, no como yo), me despedí de ellos y me dirigí de vuelta a casa, más o menos un par de horas después de haber salido de ella, dispuesto a pegarme un atracón de patatas fritas. Y galletas.

En algún momento de esa semana aproveché que la residencia había puesto un autobús gratuito para el Ikea y con la ayuda de Marla, que ya había estado por ahí uno o dos días antes, conseguí cacharros de todo tipo para la cocina y el cuarto. Era el momento para hacer un segundo viaje al LIDL y hacer una compra de verdad.

Pero claro, piensas "está lejos y voy a hacer una compra más o menos semanal", así que se me ocurrió preguntarle a alguien en la parada del autobús si había alguno que llevara hasta allí, aunque fuera para la vuelta. Con mi experiencia previa con abuelitos noruegos, me acerqué a una mujer algo mayor que esperaba al autobús (de hecho creo que era la única en ese momento del día). Cuando le pregunté si sabía de algún autobús, la mujer inclinó un poco la cabeza, se bajó las gafas que llevaba otro poco y me echó la mirada más reprobatoria que he recibido nunca mientras me decía "¿Tú eres un hombre o un niño?".

Me quedé totalmente parado y se me escapó una sonrisita de circunstancias. "¿Perdón?".

"El LIDL está solo a 15 minutos a pie desde aquí, ¿y tú quieres coger el autobús?", me dijo aún con su mirada de Señorita Rottenmeier.

Aunque su argumento era aplastantemente cierto, mis motivos también eran válidos, así que le expliqué que tenía que volver cargado con mucha compra y que el camino estaba lleno de cuestas. Su respuesta fue del mismo tono que sus otras argumentaciones.

"Yo subo y bajo la montaña con 15 kilos en cada brazo, y no soy una mujer particularmente fuerte". No, eres la súper-abuela o al menos la madre de Superman. Tras ver mi cara de incredulidad, la señora se fijó en que llevaba las llaves de la residencia y me dijo que si quería tener éxito en los estudios necesitaba tener un cuerpo fuerte, así que ya podía estar tomando el camino.

Empujado por el respeto a las personas mayores y la infantil idea de que era "un hombre", fui y volví por el camino que ya conocía con dos o tres bolsas por mano, sudando la gota gorda y parando dos o tres (o cuatro o cinco o seis...) veces por el camino de cabras por el que el amable anciano iba tan feliz mientras yo jadeaba sin carga alguna.

Tras aquello, ir al LIDL era la auténtica aventura de cada semana (después de volver de los exámenes de septiembre), ya que no tuve la suficiente cabeza como para pensar que podía llevarme una mochila a la espalda para cargar cosas hasta muuuchas semanas después. Recientemente además, ya en este cuatrimestre, descubrí dónde coger el autobús para volver, que si bien hay que tomar dos autobuses, te quita la faena de volver medio descamisado y jadeando por el camino pasando al lado de gente abrigada hasta las orejas y mirándote raro, que quieras que no es un espectáculo poco agradable. Aparte que cuando llegas a casa y estás que te mueres, a veces a la gente le puede dar por llamarte y bueno, hablar por teléfono puede hacerse complicado e incluso asusta al personal.

Y así más o menos he llegado hasta aquí, viviendo de algo más que de patatas fritas y galletas varias, y se dónde pillar esto y aquello, para los que se preguntaran cómo no me he muerto con las cosas que cuento. Este es el momento en que me doy cuenta de que llevo 2 horas escribiendo y que ya tiene pinta de post kilométrico, así que va siendo hora de cerrar el kiosko, espero que no durante tanto como la última vez que cerré. Con un poco de suerte a la próxima que me venga la inspiración, será para escribir algo que no tenga que ver con mis problemas con el dinero o los estudios, aunque conociéndome no prometo nada. ¡Nos vemos!

6 comentarios:

MNS dijo...

Pero Jonyyy, tambien puedes contar cosas bonitas, como cuando pierdes jugando contra mi al sing star jajajaja, o poner fotos de nuestras excursiones a La Comarca. O videos de las sesiones de peluqueria i manicura (ku ku ku)...

Jonatan-Norway dijo...

perder contra ti al singstar = gripe

excursion a La Comarca = visita a Iglesia-Super-Chunga-Acojonante

peluqueria y manicura = fairy en ojo y quemadura en mano

..........

donde estan las cosas bonitas????? xDDD

tresky dijo...

Dioooooos mio, qué post tan largo.
Luego me lo leo .. pero no podía resistir la tentación de entrar y gritar un " POR FIN !!"

Jonatan-Norway dijo...

joé a eso le llamo yo expectacion xD bueno ya me contaras cuando lo leas, animo que es cortito xDDDDD

tresky dijo...

claro .. asi con posts tan kilométricos es normal que te de pereza ( o ir al LIDL .. ).
Podrias de vez en cuando poner una foto con un par de frases en plan: este es el joni haciendo tontunas .. u otro en el que pongas un par de párrafos quejándote de la mosca voladora cojonera de alas púrupuras ..

qué mas da ..
pero no te aburras de escribir !!

besines !!

Jonatan-Norway dijo...

si yo tengo que escribir, ESCRIBO xD nada de "na, que eso, que escribo tal, ya esta" nooooo jajaja por otra parte el tema de subir fotos a internet no lo he mirado, me puedes recomendar algo asi sencillito? (el super-informatico en accion xD)